Otro tipo de tracción animal, es la de los denominados
“Mateos”. Son carruajes pintorescos, generalmente fileteados, con sillones y
capotes de cuero, tirados por caballos.
El Mateo es un medio de transporte muy antiguo que se remonta a principios de
siglo y que tuvo su mayor esplendor en la década de 1910 cuando había cerca de
4700 Mateos circulando por las calles empedradas de Buenos Aires. Hoy solo
quedan quince y se estacionan en la esquina del zoológico de Palermo.
Sus choferes heredaron el oficio de generación anteriores como una tradición familiar y por ello se resisten a abandonarla, aunque algunos medios de transporte turísticos más económicos y modernos que no emplean la tracción animal, amenazan con extinguirlos.
A pesar de que los carros están bellamente decorados y cuentan con buenos arreos y ruedas, los caballos permanecen largas horas en un enclave urbano de mucho trajín, atados y sin descanso. Aunque pareciera que estos animales corren con mejor suerte que la de los cartoneros, cabe preguntarnos si está en su naturaleza ser usados de este modo ¿Los animales existen solamente para el servicio del hombre o son seres libres?
El caballo nació libre para correr en estepas y praderas, y aunque domesticado por el hombre, el hecho de atarlo todo el día a un carro para lucrar con él implica esclavizarlo.
Sus choferes heredaron el oficio de generación anteriores como una tradición familiar y por ello se resisten a abandonarla, aunque algunos medios de transporte turísticos más económicos y modernos que no emplean la tracción animal, amenazan con extinguirlos.
A pesar de que los carros están bellamente decorados y cuentan con buenos arreos y ruedas, los caballos permanecen largas horas en un enclave urbano de mucho trajín, atados y sin descanso. Aunque pareciera que estos animales corren con mejor suerte que la de los cartoneros, cabe preguntarnos si está en su naturaleza ser usados de este modo ¿Los animales existen solamente para el servicio del hombre o son seres libres?
El caballo nació libre para correr en estepas y praderas, y aunque domesticado por el hombre, el hecho de atarlo todo el día a un carro para lucrar con él implica esclavizarlo.